¿Y si jugáramos más?

Hoy, lunes, laborable, fui a un parque a las seis de la tarde con mi hijo de siete años y dos compañeros de su misma edad, el parque está situado en una zona residencial de alta ocupación y con tres colegios de tres líneas cada uno muy cerca del mismo, es muy grande y sin embargo había exactamente seis niños aparte de los nuestros y todos ellos no mayores de tres años.

Este hecho tendría que hacernos pensar, en el parque no había niños porque la mayoría de ellos están en actividades extraescolares de lunes a viernes.

En 2018 el Grupo de Investigación Cultural Cívica y Políticas Educativas de la Universidad Complutense presentaron un estudio titulado ‘La contribución del juego infantil al desarrollo de habilidades para el cambio social activo’, de ese estudio se extrapolan datos interesantes, tales como que para los 1.242 niños y niñas de entre 3 y 12 años que han participado en el estudio, el hogar es el lugar más habitual donde juegan, seguido de los centros educativos (35%). Se observa por tanto una participación lúdica mayor en los espacios privados, interiores y domésticos (75%) y que el 80% de los encuestados consideran que no juegan a diario, solo cuando las actividades semanales se lo permiten con lo que se detecta un abuso de las actividades extraescolares y en las conclusiones se establece respecto a esto que “este hallazgo debiera provocar en la comunidad educativa una profunda reflexión sobre cómo recuperar el tiempo de juego para la infancia, concediéndole una identidad propia, considerándolo una necesidad básica por cubrir y no una actividad a realizar cuando el resto han sido concluidas.”

Lanzo este tema solo con la intención de plantear una reflexión que creo necesaria, no es un alegato en contra de las actividades extraescolares pero si del exceso de las mismas y sobremanera de que los niños crezcan sin tener espacios propios y no dirigidos de juego y desarrollo.

Una actividad extraescolar no puede sustituir el potencial del juego libre entre iguales por el simple hecho de que este no está reglado de antemano, no hay un adulto que dirija la actividad para que otros la asuman y un objetivo prefijado que cumplir. Si queremos niños, jóvenes y adultos con criterio, con capacidad de discernimiento, de dialogo, de empatía, de cooperación, de frustración habrá que apostar porque estas cualidades se puedan entrenar de forma libre y no siempre en espacios dirigidos. El estudio señalado al principio y del cual adjunto enlace habla del fomento de las habilidades “changemaking” que son aquellas que permiten al individuo ser agente de cambio, “una persona capaz de generar cambios sistémicos que resuelvan los grandes problemas que vivimos como sociedad: la pobreza, el cambio climático, el hambre, las desigualdades sociales (…) estas habilidades son la creatividad, la empatía, la resolución de conflictos, la cooperación y el pensamiento lateral.”

Además de ello habría que plantearse honestamente varias cuestiones más, la búsqueda de la excelencia por encima de otros aspectos, el stress al que sometemos a los niños con un horario que en la mayoría de los casos no tiene nada que envidiar al del resto de la familia, la unión de dedicación horaria de las actividades dirigidas a las tareas escolares, la falta de tiempo y de conciliación que está detrás en muchos de los casos de esta falta de espacio de juego libre y de apuntar a los niños/as hasta a 3 actividades distintas…me parece un tema esencial, ya que se ha asentado en nuestra forma de educar, de criar y de entender el futuro de nuestros menores.

Pareciera que cuando te resistes y te enfrentas a este modo de actuar estuvieras negándole a tu hijo/a derechos fundamentales, un puesto de trabajo bien remunerado dentro de 20 años…quizás dentro de 20 años haya empresas que necesiten empleados que sepan decidir más y obedecer menos…quizás sea cuestión de equilibrio en los siete días de la semana, tres días de parque, tres días de actividades…quizás como decía en el post anterior sea cuestión de poner la vida en el centro.

Os dejo el enlace a un resumen del estudio, otro artículo de La Vanguardia sobre el tema y algunas viñetas que creo que son un guiño para al menos pasar un ratito mirando el horario semanal de nuestros menores con más corazón y menos expectativa de futuro.

Bárbara