¡Nos han dado el cambiazo!

Una de las cosas que tiene esto de escribir en un blog es que te enteras de muchas cosas cuando buscas inspiración. Porque una, a veces escribe de lo que sabe y otras de lo que lee.

Cada vez es más habitual en nuestro entorno recurrir a las velas para decorar, crear ambientes especiales, eliminar malos olores o bañarnos con agradables fragancias. Es posible encontrarlas de todos los tamaños y colores a precios muy asequibles.

Sí, yo soy usuaria de estas preciosas velas… ¡Ay!… pero de repente un día leo en un blog este titular: «Encender velas… sin apagar tu salud»

Y leyendo, leyendo me doy cuenta de que, sin enterarnos, nos han dado el cambiazo. ¡Que ahora son de parafina y la parafina es queroseno y el queroseno un derivado del petróleo!

Debo reconocer que vivía en la ignorancia. Bueno, más bien nunca lo había pensado. Pero mira qué bien, sin buscarlo se me ha puesto delante otra disyuntiva: velas de cera de abeja o de parafina. ¿Quizá pueda ser también una alternativa para reaccionar? Veamos…

Como decía, la cera de parafina se extrae del petróleo principalmente, mediante un complicado proceso de destilación (a altas temperaturas) y posterior enfriamiento a 0ºC para su cristalización. Después hay que filtrarla y purificarla mediante recristalizaciones, lavados y decoloraciones.

Durante la combustión la parafina desprende, además de CO2 y agua, otros compuestos tóxicos como benceno, tolueno, acetona y plomo (los dos primeros sustancias carcinógenas).1 Además, la inhalación de este humo es perjudicial para las personas con problemas bronquiales.

La alternativa a las velas de parafina son las velas de cera de abeja.

La cera es el material que las abejas usan para construir sus nidos. Es producida por las abejas melíferas jóvenes que la segregan como líquido a través de sus glándulas cereras. Al contacto con el aire, la cera se endurece. Las abejas la usan para construir los alvéolos hexagonales de sus panales, y para cubrirlos una vez depositada en ellos la miel y el polen (opérculos). La reina deposita en ellas sus huevos y las nuevas abejas se crían en su interior.

La cera más fina se extrae de la fundición de opérculos. Es pura y blanca y la presencia de polen le da su color amarillo.

La cera de abeja, al ser un producto natural no libera los compuestos tóxicos de la parafina y al ser su combustión es más lenta dura más.

No voy a entrar en si merece la pena combiar en esto o no. Os dejo tres páginas donde poder leer más y cada uno que tome sus decisiones. Me conformo con haber planteado la alternativa.

Teresa