Cambiando el mundo a cucharadas: el impacto que tiene la carne, los lácteos, las frutas y las verduras en el planeta

Hoy nos estrenamos en el blog de Spínola Solidaria hablando sobre algo que nos apasiona: la comida. ¿Qué mejor manera de hacerlo que hablando de la alimentación sostenible? Puede que nunca te hayas planteado el impacto que tiene lo que comes y por eso hoy te planteamos algunas formas de reducir tu impacto medioambiental desde la cocina. ¡Que aproveche!

La carne

Para la mayoría de las personas, la carne es uno de los ingredientes principales en todas las comidas: filetes, embutidos, sopas, barbacoas… En todas las celebraciones y recetas que se te ocurran habrá carne. Por desgracia, para producir un kilo de carne de ternera se necesitan alrededor de 15 000 litros de agua.

Salir a cenar una hamburguesa supone consumir 3000 litros de agua, lo mismo que gastaríamos duchándonos durante 2 meses. ¿Sabías que la ganadería produce más gases de efecto invernadero que todo el transporte en el mundo? Además, el pasto que se utiliza como alimento de la ganadería es la causa del 80% de la deforestación. Como no queremos quedarnos sin agua ni sin árboles, ¿por qué no pruebas a reducir su consumo?

Te proponemos que te unas a los Lunes sin carne, una iniciativa mundial que pretende volver el menú del primer día de la semana vegetal. En un año habrás reducido tu huella de carbono en un 12%, más que yendo en bicicleta al trabajo. Para ello, una buena alternativa a la carne sería el consumo de diferentes tipos de legumbres en distintas recetas como por ejemplo en una hamburguesa de avena y garbanzos con verduras y especias. Estos alimentos proporcionan el mismo valor proteico, son más sostenible para el planeta y a la barbacoa están buenísimas.

Los lácteos

Desde pequeños, crecemos desayunando con un vaso de leche, tomando un yogur de postre y merendando con algún tipo de batido. Por supuesto, a los macarrones y a la pizza les echamos queso. Aunque parezca que la leche es fácil de conseguir y que, en el fondo, las vacas necesitan que las ordeñen, la realidad queda muy lejos.

Se necesitan 1000 litros de agua para producir 1 litro de leche y 3000 litros de agua para producir 1 kg de queso. Todo esto genera un total de 2 kg y 13’5 kg de co2, respectivamente. Pero parece que vamos por el buen camino. Desde el año 2000, el consumo de leche de vaca se ha reducido en un 30%.

¿Y si pruebas a tomarte un café solo o a probar una alternativa vegetal? ¡Únete a una semana sin lácteos! Las bebidas de soja, avena, arroz, almendra o coco son fáciles de encontrar y su sabor no es tan diferente del que estás acostumbrado. Prueba un buen café con bebida de almendras y déjate llevar.

Las frutas y verduras

Es cierto que este tipo de alimentos es menos contaminante que otros, pero también tenemos que analizar cómo los consumimos. Por norma general, solemos ir a hacer la compra a un supermercado sin plantearnos los pequeños gestos que podemos hacer para que nuestra cesta sea más ecológica. ¿Alguna vez has leído de dónde vienen tus patatas, tus fresas o tus plátanos? Cuanto menos kilómetros recorra tu comida hasta llegar hasta ti, menos habrás contaminado. Otro consejo es comprar solo de temporada, porque así no fomentamos la explotación de cultivos que no vamos a consumir. Reducimos co2, ahorramos agua y comemos productos que sí han madurado. Consulta el calendario de frutas y verduras de temporada antes de ir al supermercado.

Para hacer que tu compra sea más fácil, cambia tu supermercado habitual por una frutería o un mercado. Allí te aconsejarán sobre qué es de temporada, comprarás productos de tu localidad y estarás siendo más responsable con el planeta. Quién sabe, puede que en la siguiente compra el frutero te regale unos buenos aguacates.

Como ves, ayudar al planeta desde la cocina no es tan difícil y puedes ir cambiando tus hábitos poco a poco. ¿Te animas a probar un lunes sin comer carne? ¿La próxima vez que vayas al supermercado no pides bolsas de plástico? ¿Has comprado algo en el mercado esta semana? Todos tus pequeños gestos ahorran agua, reducen tu huella de carbono, disminuye la erosión de la tierra y ayudan al planeta, y todo sin dejar de disfrutar de la comida.